Problemas y aprendizajes encontrados en una medición de bienestar financiero de empleados.

Hace unas semanas le entregamos los resultados de una medición de bienestar financiero de su Recurso Humano a una de las empresas más grandes del país y hubo varios resultados que nos parecieron interesantes. Por compartirles algunos ejemplos:

  • En promedio, cada trabajador de esta empresa está destinando un 31% de su ingreso para pagar deudas. Y de todas las deudas, las de consumo son cerca del 84%. Esto significa, que en su mayoría se están endeudando para pagar mercados, fiestas, salidas a comer y a cine, y en una mucho menor proporción para comprar vivienda, crear un negocio, etc.
  • Los grupos de personas que están entre los 31 y los 35 años y los que están entre los 41 y 45 años llegan a tener, en promedio, picos del 36% de su ingreso destinado al pago de deudas.
  • Si se quedaran sin empleo o se demorara su ingreso, la mitad de los empleados de esta empresa podría seguir viviendo apenas por dos semanas -como máximo- con lo que tienen ahorrado hasta ahora. Solo un 7% tiene una provisión suficiente para sobrevivir cerca de 6 meses sin ingresos.
  • Sin embargo, los datos que más me llamaron la atención son los relacionados con estrés y bienestar específicamente. En promedio, encontramos que uno de cada cinco empleados se preocupa todos los días por sus finanzas personales, y que otro de cada cinco se preocupa algunas veces en la semana por lo mismo. Las mayores preocupaciones, de hecho, tienen relación con verse en apuros para cumplir sus obligaciones, el hecho de que les falta dinero para cubrir sus gastos básicos y tener deudas que no pueden pagar.

Esta es una situación que debería importarle mucho a las empresas, porque el mal manejo de las finanzas personales de los colaboradores termina impactando todos los aspectos de su vida, incluyendo el laboral; por dar un último dato de ejemplo, nuestra herramienta nos permitió calcular que, al mes, los empleados están perdiendo en total entre 10.000 y 15.000 horas de trabajo solucionando asuntos de sus finanzas personales.
Cada vez que entregamos un informe nos reunimos a profundizar en algunas de las preguntas que mueven gran parte de nuestra labor de formación en las etapas posteriores con las compañías: ¿cómo lograr un impacto directo en el comportamiento financiero de los colaboradores? ¿qué podemos hacer cuando sabemos lo que tenemos que cambiar mejor para manejar nuestro dinero, y llevarlo realmente a cabo? ¿por qué a pesar de que muchos sabemos lo importante que es tener un fondo de emergencias, solo un 15% de nosotros logra tener uno? ¿por qué sabiendo que el estrés financiero termina por afectar nuestra salud, nuestra familia y nuestra concentración en el trabajo, seguimos usando el 85% de nuestro crédito para gastos de consumo que no nos representan ninguna utilidad en el tiempo?

¿Por qué es tan difícil lograr estos cambios?

Existen muchas teorías o enfoques desde los que podría contestar estas preguntas. Sin embargo, si buscamos unos principios desde los cuales podamos entender cómo funciona el cambio de comportamiento, podríamos partir de dos grandes verdades que proponen autores como Marshall Golsdsmith:
La primera es que cambiar un comportamiento de verdad es algo difícil. La industria de la auto-ayuda se ha esforzado por mostrarlo como un proceso muy sencillo, pero basta hacernos tres preguntas para darnos cuenta de esto: ¿Qué has querido cambiar en tu vida? ¿hace cuánto que quieres cambiarlo? ¿cómo ha funcionado?
La segunda verdad es que nadie puede hacernos cambiar a menos de que nosotros mismos queramos cambiar. A diario me encuentro personas que dicen que quieren mejorar, pero no lo sienten realmente: es la paradoja de hacer todos los días lo mismo (inercia) y esperar un resultado diferente.
A estas dos verdades podemos sumar tres retos que enfrentamos quienes trabajamos creando programas de bienestar financiero para personas y empresas: el primero es que nos cuesta mucho admitir que necesitamos cambiar; ya sea porque ni siquiera somos conscientes de lo importante que es el cambio, o porque a pesar de que somos conscientes hemos creado excusas muy elaboradas para negar esa posibilidad.
El segundo reto es que no apreciamos lo fuerte que puede ser la inercia que llevamos en nuestras vidas. En otras palabras, cuando tenemos la oportunidad de elegir, de hacer algo diferente, preferimos no hacer nada, seguir igual. Se necesita una fuerza muy grande para cambiar la forma en la que se están moviendo las cosas en nuestras finanzas personales, o para empezar algo que no hemos hecho nunca; lo que me lleva al último reto:
No sabemos cómo se ejecuta un cambio. Hay una enorme diferencia entre motivación, comprensión y habilidad. En finanzas, por ejemplo, podemos estar muy motivados a salir del sobre-endeudamiento, pero nos falta la comprensión de cómo funcionan nuestros créditos, las opciones que tenemos para esto y no tenemos la habilidad para encontrar o elegir entre una compra de cartera, una refinanciación, una consolidación o una restructuración.

¿Existe entonces un método para cambiar?

Generalmente, cuando escuchamos este tipo de análisis sobre transformar algo que queremos en la industria de las finanzas personales, en la industria de la nutrición, en la industria de la salud, etc., parece que no es otra cosa que sentido común; que no nos están diciendo algo que no sepamos de antemano, todo suena muy lógico. Es cierto, pero hay mucho de esto que leemos y escuchamos que no hacemos: hay una enorme diferencia entre comprender y hacer.
No creo que haya un único método: hay muchos, pero no todos le funcionan a todo el mundo. El verdadero desafío está en empezar a experimentar, a probar alternativas, a hacer. La próxima vez que leamos un artículo de finanzas personales, o un libro, o escuchemos un podcast, o tengamos una conversación sobre estos temas, es vital no quedarnos en la buena sensación de estar de acuerdo con lo que el otro dice, es necesario llevar eso a una acción concreta que pueda mejorar nuestras finanzas personales.
A ti, que lees esto: ¿qué gasto puedes evitar esta noche, o mañana antes de mediodía? ¿Cuánto puedes pagar esta noche por internet o mañana por la mañana a tu tarjeta de crédito a pesar de que no tengas que hacerlo? ¿por qué no le entregas 50.000 o 100.000 pesos hoy a tu pareja y le pides que te los guarde hasta el mes siguiente? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
Solo porque entendamos algo o nos parezca lógico no está asegurado que lo vamos a poner en práctica: esta es una gran diferencia de lo que entendemos en Tranqui frente a lo que comúnmente se cree en la industria de finanzas personales. Sonriamos no cuando cerremos esta página y le compartamos el artículo a alguien diciendo “mira esto”, hagámoslo cuando hayamos hecho una acción concreta de cambio, y luego sigamos con otra, y otra, porque un solo golpe no derriba un roble, ni nunca mucho costó poco.